Xalapa, Ver., 10 de mayo de 2015.- No hay nadie que sufra y apoye a todo pulmón como lo hacen ellas. Al mismo tiempo de ser mamás de los atletas veracruzanos, son sus psicólogas de cabecera, sus doctoras y terapeutas.
La distancia cada vez que ellos compiten no es impedimento para estar en primera fila, siempre gritando, haciéndose presentes para que sus hijos e hijas se sientan cobijados; pues son uno de los pilares más importantes para impulsarlos en su sueño de ser gimnastas, clavadistas, futbolistas o beisbolistas.
Para Vanessa Santos y Marisela Monzón, madres de Samantha Jiménez y Dolores Hernández, medallistas de oro en la Olimpiada Nacional 2015, no ha sido fácil el camino de ver crecer y triunfar a sus hijas, pues detrás de cada presea hay también la difícil decisión de dejarlas ir de casa desde muy pequeñas.
“Es súper difícil tenerla lejos, su papá siempre me dice que ya me debería haber acostumbrado pero no, yo creo que cada vez la extraño más y siempre va a ser así, es mi única hija, la quisiera conmigo pero la apoyo en su sueño y quiero que llegue hasta donde quiera”, comentó Vanessa Santos, cuya hija vive fuera de casa desde hace cinco años, en la Ciudad de México.
“Samantha era muy apegada a mí, ni siquiera iba al baño sola, dormía conmigo; cuando se fue de casa yo juré que a la semana me iba a hablar para decirme que se quería regresar pero no fue así; por el contrario, me dijo que me extrañaba pero que no se regresaría porque no iba a dejar su sueño, y me siento por eso aún más orgullosa, porque la garra que ha tenido no la ha soltado, es tan fuerte lo que siente por el deporte que ahí están los resultados”.
A su vez, Marisela Monzón no esconde el hecho de que siempre da miedo ver que Lolita sube a un trampolín, sabedora del riesgo que eso representa, pero asegura que siempre que ella disfrute lo que hace la seguirá apoyando. “Da miedo porque piensas que se puede lastimar, pero lo importante es que goce la competencia y que haga lo que le gusta”.
El esfuerzo económico para estar cerca de sus hijas en los eventos deportivos es otro de los sacrificios por los que tienen que pasar. “Es difícil porque tengo que acomodar mi trabajo, pero no hay imposibles, busco la manera de estar apoyándola y también a su entrenadora y a todas las personas que están en este camino”, concluyó.