Por: Ing. Alejandro Baizabal
Era cuestión de tiempo para poner en evidencia la débil seguridad energética de nuestro país. Entiéndase este término como “…la capacidad de una nación para cumplir la demanda de energía actual y futura de forma confiable, asequible y segura”. En México se genera electricidad a partir de diferentes tecnologías, principalmente de ciclos combinados que se alimentan de gas natural; y representan el 60% de la generación. A partir de aquí es importante entrar en contexto para entender lo que ocurre en el sector.
Para empezar, lo que originó el caos en EEUU y México fue una tormenta invernal, un evento atípico, producto del cambio climático. Gran parte del país vecino del norte sufrió temperaturas congelantes, principalmente en Texas, punto principal desde donde importamos el gas natural. Ahora, no es que este insumo se haya congelado, más bien, fueron complicaciones operativas y financieras que limitaron el suministro.
Esta tormenta originó una serie de problemáticas en nuestro territorio. Se constató la alta dependencia energética que tenemos con EEUU. Importamos cerca del 70% del gas natural que consumimos y usamos en diversos sectores como el industrial y comercial, pero, principalmente, para generar electricidad. Es importante mencionar que en la última década se incrementó la importación. A partir de 2016, el país se convirtió en importador neto de este energético.
¿Por qué usamos gas natural? Es un recurso menos “sucio”, eficiente, económico y seguro. México se ha beneficiado de los costos altamente competitivos. Nos encontramos en una zona “privilegiada” pues EEUU cuenta con los precios de gas más baratos en el mundo (debido al boom del fracking, principalmente). Esta tormenta catapultó los precios hasta en 5000%, lo cual lo hizo incosteable, temporalmente.
La producción nacional de este recurso ha venido en constante descenso. En 2008 se alcanzó el pico de producción y a la fecha ha caído 33%. No obstante que tenemos la sexta mayor reserva mundial de shale gas, solo después de EEUU, China, Argentina, Argelia y Canadá. La disyuntiva ha estado en la rentabilidad para explorar y explotar los campos de gas.
Un gran nicho de oportunidad es el almacenamiento. En diversos foros se ha insistido en fortalecer este rubro. Es un factor clave que reduciría la vulnerabilidad ante eventos extraordinarios y fortalecería la estabilidad de suministro. México vive al día en el gas natural, tenemos un almacenamiento marginal, por lo tanto, no hay margen de maniobra.
Bajo este panorama, la estrategia debe enfocarse en el fortalecimiento de la seguridad energética; diversificando la matriz de generación, explorando y explotando campos gasíferos, así como la inversión en almacenamiento e infraestructura de transporte del mismo. Hay tiempo para retomar proyectos que fortalezcan al sistema energético nacional. El reto es enorme y se requiere precisión en las decisiones.
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