“Corea es una sociedad muy competitiva. Yo tuve suerte de sobrevivir a la competencia e ingresar a una universidad buena”, declaró el director
Muchos de los personajes de la exitosa serie de Netflix “El juego del calamar” se basan en la vida de su director surcoreano, quien piensa que sus tema de desigualdad económica y los problemas del capitalismo moderno resonaron en espectadores de todo el mundo.
La serie del surcoreano Hwang Dong-hyuk tuvo el debut más exitoso del gigante del streaming en su lanzamiento en septiembre, captando al menos 111 millones de espectadores.
Su visión distópica presenta a cientos de personas marginales que se enfrentan en juegos infantiles tradicionales, todos los cuales Hwang jugó en su infancia en Seúl.
El ganador puede llevarse millones, pero los perdedores mueren.
Las obras de Hwang plantean visiones críticas de los problemas sociales, el poder y el sufrimiento humano, y basó varios de sus personajes, imperfectos pero cercanos, en sí mismo.
Como Sang-woo, un atribulado banquero en la serie, Hwang estudió en la elitista Universidad Nacional de Seúl, y debió luchar financieramente pese a su título.
Al igual que Gi-hun, un trabajador despedido y apostador compulsivo, Hwang fue criado por una madre viuda y su familia pobre vivía en un apartamento subterráneo similar al que aparece en la premiada película “Parásitos”, de su compatriota Bong Joon-ho.
Y una de sus primeras experiencias en el exterior lo inspiró a crear Ali, un trabajador migrante paquistaní abusado y explotado por su empleador coreano, comentó el director a AFP.
“Corea es una sociedad muy competitiva. Yo tuve suerte de sobrevivir a la competencia e ingresar a una universidad buena”, declaró.
“Pero cuando visité Reino Unido a los 24 años, un funcionario blanco de migración en el aeropuerto me miró de manera despectiva e hizo comentarios despectivos. Me resulta chocante hasta hoy”, contó. “Creo que ese día yo fui como Ali”, dijo.
Hwang estudió periodismo y se convirtió en activista prodemocracia, y llamó al personaje principal de “El juego del Calamar” Gi-hun por un amigo de esa época.
Pero el país se volvió democrático para cuando se graduó y “no encontré respuesta a lo que debía hacer en el mundo real”.
Al inicio, “ver películas era algo que hacía para pasar el tiempo”, comentó.
Pero luego, con una cámara de video de su madre, descubrió “el gusto de filmar algo y mostrarlo a otras personas”.
Eso “cambió mi vida”, afirmó.
Su primer largometraje, “Mi padre”, de 2007, se basa en la historia real de Aaron Bates, un coreano adoptado cuya búsqueda de su padre biológico lo llevó hasta un preso sentenciado a muerte.
En 2011, su drama criminal “Silenciado”, basado en un caso real de abuso sexual que involucró a niños con discapacidad, fue un éxito comercial, como lo fue su comedia “Miss Granny”, de 2014, inspirada en parte en su madre.
Tres años después, si drama histórico “La fortaleza” abordó a un rey coreano del siglo XVII que enfrentó una brutal invasión china.
“El Juego del Calamar” hace referencia a varias experiencias traumáticas que moldearon la mentalidad de los surcoreanos actuales, incluida la crisis financiera asiática de 1997 y los despidos de 2009 en SsangYong Motors, acontecimiento que provocaron varios suicidios.
“Con la referencia a los despidos de SsangYong Motor quise mostrar que cualquier persona de la clase media en el mundo que vivimos, puede caer a lo más bajo de la escala social”, comentó Hwang a AFP.
Jason Bechervaise, profesor de la Korea Soongsil Cyber University, considera que Hwang es “un cineasta establecido y bien valorado desde hace más de 10 años” que “encuentra formas de entretener al público”.
“Hwang es parte de un sistema capitalista y el éxito de su serie significa que se beneficia de ese sistema, pero eso no quiere decir que no deba luchar con su misma naturaleza”, comentó a AFP.
Areum Jeong, estudiosa del cine coreano en el Sichuan University-Pittsburgh Institute, dijo que el director suele provocar debates sociales, desde antes de la serie de Netflix.
“Silenciado” abordó “la injusticia, la corrupción moral, temas no resueltos en el sistema judicial coreano, y eventualmente motivó a los espectadores a exigir reformas legislativas”, indicó a AFP.
Hwang escribió “El juego del calamar” hace una década pero los productores no se interesaron, el guión les parecía “demasiado absurdo, raro y poco realista”.
Pero el surgimiento de los servicios de streaming hicieron que algunos materiales resultaran más viables allí que en el cine, y retomó el proyecto con la perspectiva de trabajarlo con Netflix.
Sin embargo, nunca imaginó que “se convertiría en la sensación mundial que es ahora”.
“Pienso que los espectadores de todo el mundo se relacionan profundamente con el tema de la desigualdad social” retratado en la serie, “en especial en tiempos de pandemia”, señaló.
Información El Universal.