LA REVOCACIÓN DE MANDATO, EL MIEDO Y LA OPORTUNIDAD.

por La Tia Justa

 

El miedo a López Obrador, que la ultraderecha infunde en quienes desde auténticas posiciones liberales, democráticas y de izquierda buscan construir una alternativa progresista para 2024, los llevará a estos a perder la oportunidad de lograrlo.

La reforma constitucional que incorporó la revocación de mandato como mecanismo de democracia directa se aprobó con un amplio consenso. Solo votaron en contra del reconocimiento de este derecho fundamental, 22 senadoras y senadores y 75 diputadas y diputados: las y los senadores del PAN -salvo Damián Zepeda y Xochitl Gálvez-; la senadora del PT, Alejandra del Carmen León; el senador sin partido, Emilio Álvarez Icaza; las y los diputados del PAN y Ana Lucía Riojas y Carlos Alberto Morales, diputada y diputado sin partido. Veintitrés Legislaturas de las entidades federativas la aprobaron y solo la de Guanajuato votó en contra.

Como en el caso de la consulta popular celebrada este año, el camino para dar efectividad al derecho político a dar “por terminado anticipadamente el periodo del encargo que se confiere a un funcionario electo popularmente, sin necesidad de que (se) instaure una causa de responsabilidad en su contra”, como ha definido el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) a la revocación de mandato, tampoco estará libre de obstáculos.

Ayer, 15 de octubre, venció el plazo para presentar ante el Instituto Nacional Electoral el “Aviso de Intención” de promover la revocación del mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador. A pesar de las resistencias de las oposiciones, al corte del 13 de octubre a las 19:00 horas se habían presentado 801 notificaciones de personas, de toda la República, interesadas en promover este ejercicio de democracia directa. El proceso para recabar las firmas de apoyo a partir del 1 de noviembre próximo, está en marcha.

El temor de la ultraderecha y de los sectores más conservadores del centro derecha de ir a un ejercicio democrático del que pudiera salir victorioso el presidente López Obrador, les impide aceptar que votar en los procesos de revocación del mandato es un derecho político reconocido constitucionalmente y protegido por los tribunales constitucionales del país -para quienes aún lo duden pueden revisar la sentencia del TEPJF recaída a los expedientes SUP-JDC-1127/2021 y su acumulado- pero también una oportunidad para que la ciudadanía manifieste su desacuerdo con el gobierno.

La explicación más consistente de la resistencia de las oposiciones al ejercicio del derecho político a participar en el proceso de revocación de mandato, reconocido constitucionalmente como un derecho fundamental mediante una reforma que ellos mismos aprobaron -con las salvedades señaladas-, es que están haciendo un cálculo político electoral erróneo debido a que el enfrentarse a un ejercicio democrático en el que de antemano se ven como perdedores no les permite ver que, aún en el mejor escenario para el Presidente, ese ejercicio es una oportunidad para que la ciudadanía exprese su desacuerdo con el gobierno, lo que por sí mismo sería un triunfo para cualquier partido opositor que busque convertirse en una alternativa de gobierno.

Lo más probable es que no se logren los porcentajes de participación y votación requeridos para revocar el mandato del Presidente, pero aún en ese escenario, la oportunidad de que quedara de manifiesto que una parte significativa de la población reprueba la gestión gubernamental no debiera ser desdeñada por una oposición con una auténtica vocación democrática y no solo con ambición de poder. Tratar de impedir el ejercicio o apostar por desalentar la participación en él, es un error estratégico de las oposiciones.

Enrolados en la disputa por el poder político en 2024 -tan “adelantados” o más en ese afán que el presidente de la República y los aspirantes de Morena- y desesperados por defender sus privilegios, la derecha -y sobre todo la ultraderecha- se oponen al ejercicio de derechos fundamentales característicos de las democracias participativas, como el derecho de la ciudadanía a participar en los procesos de revocación de mandato (reconocido expresamente en el artículo 35 constitucional y protegido con tal carácter por el TEPJF).

El miedo a López Obrador, que la ultraderecha infunde en quienes desde auténticas posiciones liberales, democráticas y de izquierda buscan construir una alternativa progresista para 2024, los llevará a estos a perder la oportunidad de lograrlo y, consciente o inconscientemente, los está conduciendo a apoyar el proyecto que está construyendo la derecha extrema para llevar a la Presidencia de la República a un fiel representante de sus intereses.

El temor que la ultraderecha le tiene a la democracia y al cambio de régimen, y su desprecio por las políticas de bienestar y la justicia social, se puso de manifiesto con toda crudeza en el debate a propósito del reconocimiento constitucional de derechos sociales para los sectores más vulnerables de la sociedad, cuya efectividad se garantiza, entre otro tipo de políticas, mediante transferencias monetarias. Apoyos económicos que, por cierto, tiene la misma lógica que las propuestas del senador Sanders, que ha hecho suyas el presidente Biden impulsando un presupuesto histórico de 3.5 billones de dólares para la agenda social del gobierno, en “la meca del capitalismo”.

Las resistencias de la ultraderecha y de los sectores más conservadores del centro derecha al cambio de régimen y a las políticas progresistas y de corte socialdemócrata se manifiestan inmediatamente siempre que se trata de ejercer o reivindicar derechos para las mayorías, particularmente derechos sociales como los derechos a la salud y a la educación universales o al bienestar, pero también a participar en ejercicios de democracia directa o participativa. Resistencias que se están presentando con toda su fuerza en la incipiente discusión sobre la reforma constitucional en materia eléctrica en la que, ante la insostenible defensa a ultranza de la iniciativa del Presidente “sin moverle ni una coma”, prevalece la descalificación a priori y no el debate racional ajustado a los fines que legítimamente persiguen quienes la critican.

Quienes militan en el centro derecha y tienen verdaderas convicciones liberales y democráticas y quienes se dicen de izquierda y afirman enarbolar propuestas progresistas y de corte socialdemócrata, pero que en los hechos se suman sin reservas al proyecto político de la extrema derecha de cara al 2024, debieran asumir que las resistencias al cambio y las propuestas políticas de corte conservador de la ultraderecha los llevarán -parafraseando a don Carlos Castillo Peraza- a ofrendar “su voto en el altar de lo imaginaria e imaginadamente peligroso” y lo único que conseguirán será que lo que falsamente les hacen temer, se haga realidad con la llegada al poder de la ultraderecha en 2024. Sus temores harán que perdamos la oportunidad de tener una alternativa progresista o, por qué no, auténticamente socialdemócrata.

Información Aristegui Noticias

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