Lele, es el nombre de una simpatica muñeca hñä-hñü que se encuentra viajando por europa y que representa una pequeña parte de la riqueza cultural mexicana, de uno de los 68 pueblos nativos que quedan en el país.
Los extranjeros pasan a su lado, se toman una fotografía y añoran el día en que puedan visitar a México, conocer a los mexicanos y el amor que tienen por su pasado y sus raíces nativas…
Aún es de madrugada y doña Juana, amealcense de nacimiento se prepara para un nuevo día vendiendo tortillas como lo ha hecho durante años en el mercadito de La Cruz y sabe que tal vez escuche por milésima vez una de esas ofensas que los nativos reciben desde hace 500 años: “india mugrosa”, “pinche india”, “india pata rajada” y tantas otras que muchos se enorgullecen en gritar.
Barriendo las calles Petra hace montonsitos de hojas secas y colillas de cigarros e irónicamente entre más limpia las calles mas ensucia su ropa, un carro pasa de prisa y Petra tiene que apresurarse a subir la banqueta: “Largate a tu rancho, estos pinches indios no saben andar en la calle” puede escucharse mientras cae de la ventana del auto una colilla más de cigarro.
Ser nativo es algo que pasa inadvertido en los pueblos como San Miguel, en Tolimán, de donde es Juanita, quién despierta temprano con la ilusión de ganar algunas monedas para comprarse algo en la escuela a la que asiste por las tardes, donde hay niños que tuvieron mayor suerte al nacer y no conocen aún la ilusión de ganar dinero con su esfuerzo, pero que conocen muy bien la forma de ofender a quien lo hace. Juanita tiene que soportar todos los días alguno tipo de ofensa: “Naca”, “indita”, “negra” y ella ha aprendido a contener sus lágrimas mientras se pregunta por que nació así de fea y su confianza en si misma se desmorona.
Con sus manos en la tierra mojada, Pablo nota que su piel es del mismo color y le parece gracioso, al igual que a sus amigos, que inventan una pequeña historia en la que ellos nacieron de la tierra por obra de algún ser superior, ríen juegan y se divierten, no saben que al día siguiente un grupo de niños, envalentonados por el dinero que les dan sus padres, les gritaran “prietos”, “indios bajados del cerro”, “los indios del salón” y el juego con tierra ya no será tan divertido.
Es el año 2006 y tres mujeres hñä-hñü de Amealco son detenidas por secuestrar a 6 integrantes de la extinta Agencia Federal de Investigaciones (AFI) y todo está claro, nacer en un pueblo nativo de México representa un reto para ser feliz pero tal vez cambien pronto las cosas.
Es el día, tal parece que la discriminación ha disminuido, es el mes de noviembre de 2018 y la Feria Nacional de la Muñeca de Amealco ha recibido a muchos visitantes y los nativos son los protagonistas, excepto aquellas artesanas de Santiago Mezquititlan y San Idelfonso Tultepec, quienes fueron despreciadas, como extranjeras en su propia tierra, teniendo que colocar su mercancía en el suelo como en cualquier ciudad, sin derecho a los estantes vacíos que claramente nadie ocupará por la hora del día.
El astro del futbol brasileño Ronaldinho fue llamado simio por un panista queretano de nombre Carlos Manuel Treviño Nuñez y México se indignó por la actitud racista tan despreciable de este sujeto, días después, el 24 de diciembre, un grupo de artesanos de Amealco fueron expulsados de la Plaza de Armas en Querétaro, por darle una mala imágen a la ciudad, pero ellos no son Ronaldinho, lo que a ellos les sucedió no fue racismo sino un acto común en las plazas de México.
Hoy la muñeca “Lele” viaja por europa, dando a conocer la cultura queretana de la que se sienten orgullosos, sus trenzitas, su vestido y carita siempre sonriente muestran el reflejo de un pueblo culturalmente rico, hablamos del pueblo hñä-hñü, no del mexicano..