Orizaba, Ver.- El Obispo de la Diócesis de Orizaba, MonseñorEduardo Cervantes Merino aperturó el Jubileo Ordinario 2025, “Spes non confundit”, “La Esperanza No Defrauda”, el cual dio inicio con una procesión desde la Rectoría de Nuestra Señora del Carmen hasta llegar a la Catedral del Santo Patrono de los orizabeños, San Miguel Arcángel.
Subrayó que, sea Cristo nuestra paz y nuestra esperanza y sea nuestro compañero de viaje en este año de gracia y consuelo, y que el Espíritu Santo que hoy comience en nosotros y con nosotros, esta obra la lleve a término hasta el día de Cristo Jesús.
“Oh padre, esperanza que no decepciona, principio y fin de todas las cosas, bendice el inicio de nuestra peregrinación tras la cruz gloriosa de Cristo, en este tiempo de gracia, venda las heridas de los corazones rotos, afloja las cadenas que nos mantienen esclavos del pecado y prisioneros del odio y concede a tu pueblo la alegría del espíritu para que camine con renovada esperanza hacia la meta deseada que es: Cristo tu hijo y nuestro señor el que vive y reina por los siglos de los siglos”.
Tras la lectura del Evangelio según San Juan, se llevó a cabo la lectura de la Bula de convocación del Jubileo Ordinario “Spes non confundit”, “la esperanza no defrauda”:
La esperanza no defrauda bajo el signo de nuestra esperanza el apóstol Pablo infundía aliento a la comunidad cristiana de Roma, la esperanza también constituye el mensaje central del próximo jubileo que según un antiguo tradición el Papa convoca cada 25 años.
“Pienso en los peregrinos de esperanza que llegarán a Roma para vivir el Año Santo y en cuántos no pudiendo venir a la ciudad de los Apóstoles pero lo celebrarán en las iglesias particulares que pueda hacer para todos un momento de ejemplo vivo y personal con el Señor Jesús puerta de salvación común”.
Aquí en la iglesia tiene la misión de anunciar siempre en todas partes y a todos como nuestra esperanza todos esperan en el corazón de toda persona han ido la esperanza como deseo y expectativa del bien y aún ignorando lo que traerá consigo el mañana.
Sin embargo, la insensibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos, de la confianza al temor de la serenidad al desaliento de la certeza a la duda, encontramos con frecuencia personas desanimadas que miran el futuro con escepticismo y pesimismo como si nada pudiera ofrecerles felicidad.
Que el jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza la esperanza efectivamente nace del amor y se fecunda del amor que brota del corazón de Jesús traspasado en la cruz porque si siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios con la muerte de su hijo, mucho más ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida y su vida se manifiesta en nuestra vida de fe que empieza con el bautismo, se desarrolla en la docilidad a la gracia de Dios y por tanto, está animada por la esperanza que se renueva siempre y se hace inquebrantable por la acción del espíritu Santo
“En efecto el espíritu santo con su presencia peregrina en el camino de la iglesia es quien guía a los creyentes en la esperanza, él la mantiene encendida como una llama que nunca se apaga, para dar apoyo y vigor a nuestra vida; la esperanza cristiana de hecho, no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada, ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino además de alcanzar la esperanza que nos da la gracia de Dios, también estamos llamados a redescubrirla en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece.
Como afirma el concilio Vaticano Segundo es deber permanente de la iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del evangelio de forma que acomodándose a cada generación pueda la iglesia responder a los perennes y interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas.
“Por ello, es necesario poner atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia. En este sentido, los signos de los tiempos que contienen el anhelo del corazón humano necesitado de la presencia salvífica de Dios requieren ser transformados en signos de esperanza, dejémonos a traer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuantos la desean que nuestra vida pueda distinguirse espera en el señor y sé fuerte ten valor y espera en el señor que la fuerza de esperanza pueda colmar nuestro presente y la espera confiada de la venida de nuestro Señor Jesucristo a quienes sea alabanza y la gloria por los siglos futuros
Finalmente se pidió a los peregrinos presentes a avanzar a través de la puerta, “hermanos avancemos en nombre de Cristo que conduce al padre verdad que nos hace libres y vida que ha vencido a la muerte”.