Cerca de 500 personas, a bordo de 22 autobuses de transporte público de la ruta 71, de la Ciudad de México, llegaron la madrugada del miércoles a las inmediaciones de la planta cementera de Cruz Azul, en Tula, Hidalgo, donde hubo un enfrentamiento que dejó ocho muertos.
Poco a poco, los familiares de los fallecidos han llegado a la Fiscalía de Tula para reclamar los cuerpos, los cuales están en la funeraria ‘El Ángel’, de la colonia Jalpa, en donde han dado a conocer que fueron llevados a ese lugar con engaños, ya que los contrataron, supuestamente durante un mes y con un pago de 250 pesos diarios, porque se iba a desmantelar la planta, por lo que no estaban armados.
“Mi hijo está deshecho de la cara, me lo mataron a puro golpe y eso no es justo (…) Los usaron como carne de cañón para hacerlos ver como los malos”, dijo Blanca, mamá de Axel, un joven de 21 años que tenía la ilusión de ganar dinero para amueblar la casa donde viviría con su novia.
Sin embargo, los directivos de la Cooperativa Cruz Azul continúan sosteniendo que ellos fueron alertados del ataque y que lo único que hicieron fue defenderse cuerpo a cuerpo, pero los que dispararon eran integrantes del grupo agresor, versión contraria a la de Fátima, quién también venía en uno de los camiones.
“Las luces se apagaron, empezaron a balacear, a aventar petardos pero de adentro, los que estaban en la cementera, adentro”.
Vecinos de la zona aseguran haber visto principalmente a jóvenes caminando por la orilla de la autopista tratando de escapar de la trifulca.