Por: SILVERIO QUEVEDO ELOX
A 45 DIAS DE LA CAPTURA DE TITO DELFIN
Han pasado 45 días de que el guía moral de una corriente del panismo veracruzano, Tito Delfin Cano fuera detenido por las autoridades de Veracruz y recluído en Pacho Viejo, acusado de un desvío de recursos cuando fue alcalde en Tierra Blanca.
Pero Delfin era el candidato a la dirigencia estatal del partido Acción Nacional y competía con el acérrimo enemigo de los Yunes, Joaquín Guzmán Avilés, quien buscaba reelegirse en el cargo. La abanderada a la secretaría general con Tito, era la también yunista, senadora Indira Rosales.
El hecho es que el ex alcalde de los municipios de Tierra Blanca y de José Azueta, fue aprehendido en el norte de Veracruz, mientras realizaba una gira en busca de ser el nuevo líder estatal de ese partido en alianza con el clan Yunes.
De acuerdo a las versiones con la detención, si se le mira en el plano meramente político, los Yunes fueron los grandes ganadores, pues al querer debilitarlos con dicha captura, lo que se hizo fue mártir a Tito y los panistas le dieron el triunfo a su planilla aún con éste tras las rejas.
Tito es, o era, el único operador del PAN en todo el estado capaz de conciliar con los grupos más importantes del panismo; muestra de ello es que durante la campaña evitó golpear a Guzmán, “El chapito”, aunque las figuras visibles de los Yunes morían por hacerlo y hay quienes afirman, le intentaron prácticamente ordenar a Delfin Cano, que se le fuera con todo al “traidor” Joaquín.
Pero Tito decía que tras ganar el proceso habría que hacer una gran alianza afuera y dentro del PAN, por ende no debían abrirse más heridas, y menos contra Joaquín porque en esa cruzada de cicatrices entre la militancia, Joaquín no podía quedar fuera de ella por ninguna razón.
Al grado que se supo que los hermanos Miguel y Fernando vieron bien la operación política. Y la forma de operar de Tito era la indicada para sus intereses a futuro, sobre todo, el del 2024.
La otra lectura de la detención del entonces candidato a la dirigencia es la de que muchos liderazgos no panistas vieron innecesaria la rudeza del mismo Guzmán Avilés y sus supuestos aliados del gobierno estatal, algo de lo que los Yunes abiertamente han acusado al de Tantoyuca, de ser un alfil de la Cuarta Transformación.
Y hasta ahora el gran perdedor dentro de esta jugada de tres bandas, viene a ser el mismo Joaquín, no solo en las urnas sino también con el mensaje que dio después de la derrota desde el corazón del centro del Puerto de Veracruz.
En esa donde el redactor de su discurso dio a entender que con Tito en la cárcel y Federico Salomón, de última hora, sería suficiente para ganar, pero no fue así.
Seguramente que apenas está sopesando El Chapito que fue ese mensaje mal dado, con palabras ensoberbecidas las que lo sepultaron con la militancia y en los grupos de WhatsApp e incluso de seguidores de Joaquín, ahora lo ven como el gran traidor del panismo a pesar de sus marcadas divisiones grupales.
Por otro lado, el otro ganador, que una vez que ha dejado el poder municipal del puerto de Veracruz se alista para emprender ya su carrera hacia el 2024, es el ex alcalde y el otro miembro del clan, Fernando Yunes Márquez.
Su hermano Miguel Angel ha cavado su propia tumba.
De entrada, y en el trayecto rompió los acuerdos que el papá le fue construyendo en campaña, desconociendo liderazgos, y sobre todo porque en el 2018, no solo se sentía ganador frente a Cuitláhuac García, sino casi un aspirante presidencial.
Aseguran en su círculo cercano que no faltaron “lamebotas” que lo ubicaban ya como el candidato presidencial, algo así como Ricardo Anaya. Y que destrozaría todo el régimen de Andrés Manuel López Obrador, luego de ser gobernador de Veracruz y buscar la grande en el 2024.
Pero sobre todo, como se les ha reprochado abiertamente, fueron ellos –la familia- los que en el ejercicio del poder dejaron a todo el panismo fuera y solo le dieron chamba a sus amigos. Algo que no les perdonan a pesar de haber hecho todo con lo que se alzaron con el triunfo en el municipio de Veracruz.