Buscan inclusión laboral y educativo para personas con Síndrome de Down

por La Tia Justa

 

Orizaba, Ver.- En el marco de la conmemoración del Día Internacional del Síndrome de Down que se celebra cada 21 de marzo, los niños: Mateo, César y Mateo, con capacidades diferentes buscan con el apoyo de sus familias y organizaciones haya espacios necesarios para que sus derechos humanos sean respetados y tomados en cuenta.
Las familias de estos menores dijeron que también trabajan para que exista una mayor inclusión en la sociedad desde el tema educativo hasta el laboral, y admitieron que el camino no ha sido fácil, pero todo parte del amor que existe hasta sus hijos.
“Conocer las historias de estos pequeños cobran un gran valor y son una bendición, y es este mismo motivo que los debe de motivar para seguir luchando por la inclusión de las personas con todo tipo de discapacidad”, señaló la presidenta de Trotamundos sin Limites, Isabel Oyuki Nieto Zárate.
Puntualizó que atrás de estos niños con síndrome de down existen otros más y se debe seguir promoviendo la cultura de la inclusión en la gente, recordando que aunque las leyes se considera que las personas con discapacidad deben contar con un espacio de trabajo en el que el patrón debe contratar al cinco de nómina es la realidad esto no ocurre.
“Cualquier niño con Síndrome de Down tiene la oportunidad para que pueda hacerlo, mi intención que espero que en algún momento se me dé, es poder tener un área de empleo para ellos especialmente como lo hemos visto en cafeterías en la que la gente no porque sea una cafetería de personas especiales digan no voy a ir”.
Subrayó que sin duda, la inclusión parte desde el hogar y esto lo tienen claro las mamás de estos menores de edad que han experimentado un camino difícil, en la formación escolar de sus hijos en la que han hecho falta los profesores especializados.
La ciudadanía Selma Yamilia Hernández Contreras, madre del pequeño Mateo Rodríguez de cinco años de edad admitió que saber que tenía un hijo con Síndrome de Down no fue nada fácil, sin embargo genera un aprendizaje para valorar las cosas y a convivir con las personas que cuentan con dificultades.
“Las dificultades que nos hemos enfrentado en estos cinco años ha sido el que lo vean distinto físicamente, el que se integre a una escuela regular porque es fácil decir que lo lleven a una escuela especial y ahí que lo atiendan pero ya él cuando se integra a una escuela regular donde van los demás niños realmente me tocó con la dificultad de que a veces no está la preparación de las personas no conocen esta discapacidad y hay muchos mitos sobre esta discapacidad”.
Platicó que cuando entró a la guardería le costó trabajo la alimentación y solamente comía papillas por lo que el avance fue muy lento; cuando entró al preescolar, las actividades eran parejas para todos y no existe la adecuación para tener ciertas actividades. Afortunadamente ha habido disponibilidad para ayudarlo e irlo integrando.
Por su parte, Alin Fernández, madre de Mateo Madrid de 8 años de edad, informó que la escuela también ha sido un reto al principio pues iba bien al kínder, sin embargo con la llegada de la pandemia se enfrentó a la realidad de la falta de maestros preparados en el tema,”gente cree y las escuelas creen que la inclusión significa que los niños puedan pasar a la escuela o estar en un salón, pero realmente la inclusión es saber darles la bienvenida saber cómo ayudarles como apoyarles como ser en cierta forma ese brazo para explicarles a sus compañeros que todos son diferentes.
“A Mateo le gusta mucho lo social mucho la convivencia sin embargo a veces también hay padres que se limitan o limitan a sus hijos regulares a esa convivencia a la mejor por desconocimiento por no saber a lo mejor como tratarlos “.
Por último, Luz Adriana Valenzuela Reyes, madre de César Elohim Vázquez Valenzuela, de casi 10 años de edad asegura que su hijo es un niño muy amado y que gracias a su hermano mayor y menor ha logrado ser muy independiente ha sido de gran ayuda tener el apoyo de una escuela inclusiva, sin embargo es necesario trabajar en la educación de la gente.
“No todas las personas están acostumbradas a ver a un niño o una persona con síndrome de Down en la calle y cuando lo ven se le quedan viendo demás, nuestro caso nos hemos notado que son los mismos niños que los ven de porque tiene sus ojitos más chiquitos y nos ha tocado que en ocasiones los papás no les dicen no lo veas o que tienen alguna discapacidad los papás mismos rechazan y eso para nosotros es doloroso pero también hemos aprendido a vivir con ese tipo de sociedad que se cierra ante la apertura y la diversidad de discapacidades que hay”.
Es de mencionar que las tres mamás coincidieron en que sus hijos les cambiaron la vida de una manera extraordinaria porque no conocían esta discapacidad y ahora son las que luchan por los derechos de estos niños que tienen una cromosoma de más y que ocurre en una de cada cien personas y mediante este trabajo y lucha que han emprendido han permitido que su calidad de vida mejore y a diferencia de años atrás en los que vivían 10 años hoy puedan cumplir 60 años de vida y siendo personas útiles a la sociedad.

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