Brasil elige a Lula da Silva, un exlíder de izquierda, y rechaza a Bolsonaro

por La Tia Justa

 

**América Latina está atenta a las elecciones en la democracia más poblada de la región. The New York Times tiene cobertura en español e inglés. Read our live coverage in English here.

Luiz Inácio Lula da Silva será el próximo presidente del país, confirmaron las autoridades, tras una larga y amarga campaña entre el expresidente y el actual líder de extrema derecha. Fue un repudio al movimiento de Jair Bolsonaro y sus divisivos cuatro años en el cargo.

El tribunal electoral de Brasil pide respuesta a la policía de carreteras por bloqueos de tráfico
Si Bolsonaro pierde, podría enfrentar cargos
Brasil elige a Lula, y le dice adiós a Bolsonaro

Luiz Inácio Lula da Silva, el candidato de izquierda elegido presidente, cuando iba camino a emitir su voto en São Bernardo do Campo, Brasil, el domingoCredit…Victor Moriyama para The New York Times

BRASILIA — El domingo los votantes despidieron al presidente Jair Bolsonaro tras solo un periodo y eligieron a Luiz Inácio Lula da Silva, un expresidente de izquierda, para remplazarlo, según las autoridades electorales. Se trata de un rechazo al movimiento de ultraderecha de Bolsonaro y a cuatro años de gobierno divisivo.

La victoria culmina la sorprendente resurrección política de Da Silva —de la presidencia a la prisión y de regreso—, algo que antes parecía impensable.

También pone fin al turbulento periodo de Bolsonaro como el líder más poderoso de la región. Durante años, atrajo la atención mundial debido a políticas que aceleraron la destrucción de la selva amazónica y exacerbaron la pandemia, que dejó casi 700.000 personas fallecidas en Brasil; al mismo tiempo se convirtió en una personalidad internacional de la ultraderecha gracias a sus ataques a la izquierda, los medios de comunicación y las instituciones democráticas de Brasil.

En fechas más recientes, sus esfuerzos por socavar el sistema electoral de Brasil causaron preocupación especial dentro del país y en el exterior y también llamaron la atención del mundo hacia las votaciones del domingo, consideradas como una prueba importante para una de las mayores democracias del mundo.

Sin otorgar pruebas, el presidente criticó las máquinas de votación electrónica del país y las calificó como plagadas de fraude e insinuó que no aceptaría una derrota, de forma muy similar al expresidente de Estados Unidos, Donald Trump. Muchos de sus seguidores dijeron que saldrían a las calles si él se los pide.

No queda claro de inmediato cómo reaccionarían él y sus seguidores ante la derrota del domingo.

Los resultados del domingo mostraron que decenas de millones de brasileños se habían cansado de su estilo polarizador y de la agitación frecuente de su gestión y le dieron a Da Silva un mandato para desandar el legado de Bolsonaro. Se trata de la primera vez en 34 años de democracia moderna del país que un presidente en funciones no logra ganar la reelección.

Da Silva ganó el 50,83 por ciento de los votos válidos, frente al 49,17 por ciento de Bolsonaro con 98,81 por ciento del escrutinio el domingo por la noche.

Da Silva, un extrabajador metalúrgico de 77 años y líder sindical que estudió solo hasta el quinto grado, lideró a Brasil durante su auge en la primera década del siglo, pero luego, al dejar la presidencia, fue condenado por cargos de corrupción y pasó 580 días en prisión.

El año pasado, el Supremo Tribunal Federal desestimó las condenas y falló que el juez en sus casos era parcial. Los votantes respaldaron al hombre conocido sencillamente como “Lula”.

La elección de Da Silva pone fin a una campaña presidencial que fue ampliamente vista como una de las votaciones más importantes de América Latina en décadas, una contienda entre quienes tal vez sean las dos mayores figuras políticas vivas del país y que encarnan visiones radicalmente diferentes sobre el destino del país.

Su victoria también inclina a Brasil a la izquierda y amplía una serie de triunfos de la izquierda por toda América Latina que han sido impulsados por una ola de rechazo a los gobiernos establecidos. Ahora, seis de los siete mayores países de la región han elegido líderes de izquierda desde 2018.

Da Silva, un izquierdista instigador que desde hace décadas se hizo fama como defensor de los pobres, enfrenta desafíos significativos. Brasil enfrenta amenazas ambientales, un hambre que va en aumento, una economía titubeante y una población profundamente dividida.

A pesar de su triunfo, un gran porcentaje de los 217 millones de brasileños siguen considerando que Da Silva es corrupto debido a un amplio esquema de sobornos que se destapó años después de que abandonó el poder. Y si bien sus condenas de corrupción fueron anuladas, Da Silva nunca fue declarado inocente.

Aún así, Da Silva triunfó con el margen de victoria más estrecho en el mismo periodo, en señal de la profunda división que enfrentará como presidente. “No es la solución a todos los problemas. Pero es nuestra única esperanza”, dijo Stefane Silva de Jesus, una bibliotecaria de 30 años, luego de emitir su voto a favor de Da Silva en Río de Janeiro el domingo.

La propuesta principal de Da Silva a los votantes fue que sus ocho años en la presidencia fueron la mejor época de Brasil y que, tras cuatro años de inestabilidad con Bolsonaro, él iba a “restablecer la armonía” en el país.

André Spigariol colaboró con reportería desde Brasilia, Ana Ionova y Flávia Milhorance colaboraron con reportería desde Río de Janeiro y Laís Martins desde São Paulo.

— Jack Nicas
Cerraron las urnas en Brasil. ¿Qué sigue?
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Una cabina de votación durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasilia, Brasil, el domingoCredit…Dado Galdieri para The New York Times
Las urnas cerraron en estas elecciones presidenciales de alto riesgo de Brasil. Esto es lo que se puede esperar ahora.

Debido a que Brasil es el único país del mundo que utiliza un sistema de votación completamente electrónico, históricamente el conteo de votos sucede con relativa rapidez, sobre todo para un país tan grande. Los funcionarios indicaron el domingo que esperaban que se conociera quién era el ganador para las 7 p. m., hora del Este.

En cientos de mesas de votación por todo el país las autoridades suman los resultados de votación de cada máquina de votación y transmiten esos conteos a la agencia federal electoral en Brasilia, la capital.

El domingo, todas las mesas de votación cierran al mismo tiempo, a pesar de que el país se extiende por tres husos horarios. Sin embargo, los resultados irán llegando durante varias horas, y se espera que los primeros resultados favorezcan de manera significativa al presidente Jair Bolsonaro, el titular de extrema derecha.

¿Por qué? La respuesta, en gran medida, tiene que ver con la infraestructura de internet de Brasil.

El apoyo para Bolsonaro y otros candidatos de derecha tradicionalmente ha sido más sólido en las regiones más desarrolladas y adineradas de Brasil, donde la conexión a internet es mejor que en las regiones más pobres que se inclinan por los candidatos de izquierda, como el contrincante de Bolsonaro, Luiz Inácio Lula da Silva.

Esto es particularmente cierto en el nordeste de Brasil, una extensa zona pobre y rural que representa alrededor del 27 por ciento de los votantes y que de manera histórica ha sido un bastión de Da Silva.

Como resultado, los brasileños están habituados a que los candidatos conservadores tengan una ventaja inicial después del cierre de urnas y luego ven cómo los candidatos de izquierda se emparejan —o a veces superan— hacia el final del conteo de votos.

Sin embargo, Bolsonaro ha observado repetidamente que la tendencia —sin pruebas creíbles— es indicio de fraude, parte de un esfuerzo mayor de años para atacar el sistema electrónico de votación de Brasil.

En las elecciones presidenciales de 2014, un candidato de centroderecha encabezó los resultados de la votación durante horas hasta que la candidata izquierdista del partido de Da Silva terminó por superarlo y ganó la presidencia.

El candidato que perdió alegó que había algo irregular y exigió una auditoría, una causa que Bolsonaro —quien por entonces era diputado— apoyó.

La tendencia volvió a repetirse otra vez en la primera vuelta a principios de mes. Bolsonaro lideró al principio del conteo hasta que Da Silva lo superó.

Días después, Bolsonaro mostró un gráfico de resultados de votación e insinuó que había sido víctima de fraude. La tendencia, dijo, parecía como “todo un algoritmo”.

Desde que empezaron a usarse, en 1996, no ha habido pruebas de fraude en las máquinas electrónicas de votación de Brasil.

RÍO DE JANEIRO — El domingo en la mañana, en una iglesia evangélica de los suburbios de Río de Janeiro, buena parte de la congregación vestía el verde y amarillo de la bandera brasileña, una señal tradicional de apoyo para el presidente Jair Bolsonaro.

El pastor Silas Malafaia, el líder de la iglesia evangélica Asamblea de Dios Victoria en Cristo, hizo anuncios de eventos y el personal recaudó donativos. Luego empezó a predicar.

“Yo siempre he dicho que la iglesia no vota ni apoya a nadie” dijo. “Pero yo puedo apoyar, como lo hace usted que es un ciudadano de este país, y como lo hacemos nosotros como parte de un grupo que tiene creencias en común”.

Malafaia tuvo cuidado de no mencionar intencionalmente a Bolsonaro por nombre en su sermón, pero su camisa verde y amarilla indicaba claramente su apoyo por el presidente de extrema derecha.

Los evangélicos, que constituyen más del 30 por ciento de la población brasileña, apoyaron en grande a Bolsonaro en 2018 y en la primera vuelta de las elecciones de 2022. Las encuestas sugerían que por lo menos el 60 por ciento de ellos apoyarían al presidente en la segunda vuelta de votaciones este domingo. Muchos predicadores han usado sus púlpitos para influenciar a sus congregantes para que voten por el líder brasileño.

Malafaia habló por otros 25 minutos, repitiendo varias de las declaraciones habituales de Bolsonaro: críticas de los medios de comunicación, advertencias de que los comunistas y esquerdopatas —una palabra informal que combina “izquierdista” y “sociópatas” en portugués— eran una amenaza para los niños de edad escolar y cuestionamientos a la seguridad del sistema de votación de Brasil.

“Si los hackers invaden los sistemas más seguros del mundo, como lo es el Pentágono, ¿por qué no pueden acceder ilegalmente al sistema que controla las elecciones de Brasil?” dijo Malafaia, pidiendo a las personas que se pusieran de pie, se tomaran de las manos y oraran juntos contra el fraude electoral.

— Flávia Milhorance
El tribunal electoral de Brasil pide respuesta a la policía de carreteras por bloqueos de tráfico
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Alexandre de Moraes, un juez del Supremo Tribunal que también dirige la agencia electoral de Brasil, emitió una orden al jefe de la policía federal de carreteras, pidiéndole pruebas de que sus agentes no estaban violando las reglas electorales.Credit…Dado Galdieri para The New York Times
RÍO DE JANEIRO — El jefe de la autoridad electoral de Brasil ordenó que la policía de carreteras del país respondiera a denuncias de que había ordenado detener el tráfico, en particular autobuses que transportaban votantes a las urnas, en un esfuerzo por impedir la participación en las elecciones presidenciales del domingo.

El domingo hubo decenas de reportes en las redes sociales de que agentes federales de caminos estaban deteniendo e interrogando a los vehículos en varios estados de todo el territorio de Brasil, a pesar de que las autoridades electorales previamente habían ordenado que no se llevaran a cabo estos operativos en el día de las elecciones.

Alexandre de Moraes, un juez del Supremo Tribunal que lidera la agencia electoral de Brasil, publicó una orden dirigida al director de la policía federal de carreteras en la que le pedía presentar pruebas de que sus agentes no estaban violando las reglas electorales para beneficiar al presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro.

En la orden, Moraes incluyó un vínculo a un tuit de una persona que aseguraba que la policía de carreteras había puesto un control de revisión en la ciudad norestense de Cuité y que no dejaba que la gente pasara. “¡Ya está ahuyentando a la población del campo!”, decía el tuit. El nordeste brasileño es un bastión de la izquierda.

El domingo por la tarde, Moraes dijo a los periodistas que la investigación inicial de las autoridades electorales encontró que, aunque las paradas retrasaron los autobuses, todos estos llegaron a los lugares de votación previstos. “No tuvimos ningún elector que no votara debido a las operaciones”, aseguró.

Silvinei Vasquez, director de la policía de carreteras, aseguró en un comunicado oficial la tarde del domingo que sus oficiales cumplirían con las regulaciones electorales y que no obstaculizarían el transporte de votantes.

Hasta el domingo por la tarde, la policía federal de carreteras había detenido más de 550 autobuses en todo el país, según un funcionario federal de carreterasHa habido decenas de informes en las redes sociales de agentes federales de carreteras que estaban deteniendo autobuses e interrogando a personas en varios estados de Brasil el domingo. con acceso a datos internos que habló bajo la condición de anonimato. El domingo 2 de octubre, en la primera vuelta de la votación, la policía vial detuvo cerca de 300 autobuses, según el funcionario.

El sábado, según O Globo, uno de los diarios más grandes de Brasil, Vasquez publicó un llamado a votar por Bolsonaro en su cuenta oficial de Instagram, con 41.000 seguidores. El tipo de historia que publicó desaparece de manera automática de Instagram después de 24 horas, y el domingo ya no era visible. Vasquez había publicado previamente varias fotos con Bolsonaro.

Thomas Thaler, de 45 años, un programador computacional, dijo que su esposa al final ya no votó después de que su autobús se atascó en el tráfico y luego fue detenido por la policía de carreteras rumbo al local de votación en Recife, una ciudad grande en la costa noreste de Brasil. Tiempo después, salió del autobús y tomó otro camión de regreso a casa. Ella dijo que había planeado votar por Da Silva.

Jessica Sousa, una estudiante de 22 años, dijo que se quedó atrapada en el tráfico cerca de Cuité, en el noreste de Brasil, y que finalmente la policía vial la interrogó y le pidió su identificación y le preguntó sobre sus planes. Sousa dijo que solo había visto paradas de ese tipo durante días festivos o eventos especiales. Después de un tiempo logró llegar a las urnas y votar por Da Silva.

— Ana Ionova, André Spigariol, Laís Martins and Jack Nicas
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Si Bolsonaro pierde, podría enfrentar cargos
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Jair Bolsonaro, el actual presidente, saluda a sus seguidores en Río de Janeiro el jueves.Credit…Dado Galdieri para The New York Times
Jair Bolsonaro ganó las pasadas elecciones presidenciales de Brasil con la promesa de limpiar la política y, desde que asumió el cargo en 2019, ha dicho al menos 237 veces que su gobierno tiene “cero corrupción”.

Esas afirmaciones calan hondo entre los partidarios de Bolsonaro, quien está disputando una reñida segunda vuelta contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien estuvo encarcelado.

Sin embargo, en las últimas semanas, Bolsonaro se ha preocupado por la perspectiva de ir a prisión, según dos altos funcionarios que lo escucharon hablar sobre el tema y que pidieron mantener su anonimato para poder describir conversaciones privadas.

A pesar de sus afirmaciones, Bolsonaro y su círculo íntimo han enfrentado investigaciones por acusaciones que incluyen malversación de fondos públicos, robo de salarios del personal y mal manejo de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, hasta el momento, las investigaciones han sido aplazadas o bloqueadas dada su influencia política y su inmunidad presidencial.

Pero, si Bolsonaro pierde las elecciones presidenciales del domingo, eso puede cambiar.

“Después de dejar el cargo, no hay inmunidad, ninguna, por los delitos cometidos por un expresidente en Brasil”, dijo Eloísa Machado, profesora de derecho en la Fundación Getulio Vargas, una universidad y organización de investigación en São Paulo, Brasil.

La ley en Brasil deja menos espacio para la interpretación sobre ese tema que en Estados Unidos, donde las afirmaciones de inmunidad presidencial del expresidente Donald Trump lo han ayudado a sortear investigaciones y juicios.

En Brasil, solo el fiscal general puede investigar a un presidente en funciones, y solo el Supremo Tribunal Federal puede procesarlo, lo que “definitivamente ayuda a evitar investigaciones”, según Davi Tangerino, profesor de derecho de la Universidad Estatal de Río de Janeiro.

En 2019, Bolsonaro nombró a Augusto Aras como fiscal general, ignorando una tradición de dos décadas en la que los fiscales federales elegían a su jefe. Desde entonces, la oficina del fiscal general ha archivado más de 100 solicitudes de investigación, la mayoría relacionadas con la respuesta caótica y posiblemente corrupta de Bolsonaro a la pandemia y sus ataques contra el Supremo Tribunal.

“El fiscal general lo protegió de cualquier responsabilidad”, dijo Machado.

Además, Bolsonaro y dos de sus hijos han sido implicados en denuncias que los acusan de haber tomado parte de los salarios de los miembros del personal durante sus mandatos como congresistas. El año pasado, la oficina del fiscal general abrió investigaciones sobre los casos del presidente, pero no se han realizado avances en esas pesquisas.

Hace un par de meses, las finanzas familiares fueron el centro de la atención pública debido a un reportaje del sitio de noticias UOL que indicaba que la mitad de las 107 compras de bienes raíces de la familia se habían hecho en efectivo. Los fiscales de Río de Janeiro están examinando si 25 de esos inmuebles fueron comprados con dinero desviado de los salarios del personal.

El presidente también ha logrado mantener un control estricto sobre el Congreso, que ha aplazado más de 130 solicitudes de juicio político. Los medios brasileños Estadão y Piauí informaron que, a cambio, su administración ha permitido que un grupo de congresistas otorgue más de 8000 millones de dólares a sus bases electorales regionales. Hace un par de semanas, la policía federal arrestó a dos personas vinculadas a este supuesto esquema de malversación de fondos, denominado “el presupuesto secreto”.

Para protegerse a sí mismo, y a su círculo más cercano, de las investigaciones, Bolsonaro ha extendido las protecciones contra decenas de solicitudes de información, imponiendo clasificaciones de confidencialidad por 100 años a datos como los nombres de las personas que visitaron el palacio presidencial y las comunicaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Da Silva, quien estuvo en prisión por cargos corrupción, utilizó ese tema en su campaña y prometió: “En mi primer día de gobierno, revocaré esos secretos”.

André Spigariol colaboró en este reportaje.

— Flávia Milhorance
Los votantes brasileños se debaten entre el miedo y la esperanza en la segunda vuelta
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Un votante con una camiseta de Lula lleva a su madre de 94 años a votar en la segunda vuelta del domingo en Brasilia.Credit…Dado Galdieri para The New York Times
RÍO DE JANEIRO — Los electores brasileños deciden si le darán un segundo mandato al titular de derecha, Jair Bolsonaro, o si apoyan el regreso de un expresidente de izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva. Luego de que Da Silva lideró la primera vuelta a principios de mes, muchas encuestas sugerían que el balotaje estaría muy ajustado.

Las opiniones encontradas sobre la elección quedaron en evidencia cuando inició la votación en una mesa en Río de Janeiro el domingo temprano y empezó a llegar un flujo constante de votantes.

Muchos seguidores de Bolsonaro vestían camisetas de fútbol amarillas que se han convertido en símbolo de la política de derecha de Brasil. Los simpatizantes de Da Silva llevaban calcomanías con el rostro del candidato de izquierda.

Moises Wagner, un repartidor de 47 años, dijo que había votado por Bolsonaro. “Representa nuestros valores: Dios, familia, país”, dijo, repitiendo un mantra que ha hecho que el líder sea muy popular entre los conservadores y los cristianos evangélicos.

Rita Pereira, una abogada de 56 años, dijo que votó por Bolsonaro por una razón sencilla. “Juré que nunca volvería a votar por Lula”, dijo.

Da Silva presidió una era dorada de crecimiento en Brasil impulsada en gran medida por un auge de las materias primas, pero su legado fue afectado cuando lo encarcelaron por cargos de corrupción en 2018. Aunque un juez desechó su condena luego de un fallo que indicaba que el juez del caso había sido parcial, muchos votantes aún tienen dudas sobre la integridad de Da Silva.

Pero Stefane Silva de Jesus, una bibliotecaria de 30 años, tenía otra opinión. “No es la solución a todos los problemas”, dijo. “Pero es nuestra única esperanza”. Culpó a Bolsonaro del aumento del hambre, una inflación severa y un pobre manejo de la pandemia de coronavirus.

Varios actos esporádicos de violencia política, entre los cuales se cuentan tiroteos y apuñalamientos previo a la votación, inquietaron a muchos brasileños que creen que la retórica de Bolsonaro ha contribuido a la polarización del país.

En São Paulo, Lucas Valoto, un diseñador web de 29 años, vestía una camiseta roja como símbolo de su apoyo por Da Silva. “Hoy decidimos que no podemos acobardarnos”, dijo. “No podemos permitir que esta locura, que esta barbaridad continúen”.

— Ana Ionova and Laís Martins
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Para los votantes evangélicos, las elecciones son una ‘guerra espiritual’
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Feligreses evangélicos durante un servicio en la Iglesia Apostólica Plenitud del Trono de Dios en São Paulo en 2021.Credit…Mauricio Lima para The New York Times
Como la contienda entre el presidente derechista de Brasil, Jair Bolsonaro, y su rival, Luiz Inácio Lula da Silva, se ha vuelto más reñida, Bolsonaro y sus aliados han intensificado su acercamiento con un bloque de electores clave para su campaña: los cristianos evangélicos.

En los días previos a las elecciones del domingo, el país ha estado inmerso en duros ataques contra Da Silva que en parte buscan convencer a los votantes evangélicos que, según algunos cálculos, representan alrededor del 30 por ciento de la población y se han convertido en unos seguidores muy importantes para Bolsonaro.

El presidente probablemente necesitará a este bloque, que tiende a ser más conservador que otros grupos religiosos en Brasil, para que lo respalden en cantidades significativas con el fin de ganar un segundo mandato.

Bolsonaro ganó más del 60 por ciento de los votos evangélicos en su primera campaña a la presidencia en 2018 y recibió un porcentaje similar durante la primera vuelta en este ciclo electoral.

Los evangélicos son el único grupo religioso que tiene una representación política clara en el Congreso y votan en bloque en ciertos asuntos de interés para los conservadores.

En las últimas semanas, los seguidores de Bolsonaro han acusado a Da Silva de ser un satanista que cerrará las iglesias si gana y lo han descrito como a favor de los derechos al aborto, la legalización de las drogas, y la “ideología de género”, nombre que se le da al movimiento para reevaluar el concepto del género.

Bolsonaro ha amplificado algunas de estas afirmaciones. “Cuando alguien está a favor del aborto, como Lula está a favor, el tipo enciende la luz amarilla”, dijo el presidente en una entrevista reciente en un pódcast, advirtiendo a los votantes sobre Da Silva.

Da Silva, quien ha dicho que se opone a los derechos al aborto y la legalización de las drogas, hace poco tuvo que aclarar que no tiene un pacto con el diablo. (No ha expresado su postura sobre la “ideología de género”).

Bolsonaro también ha conseguido el respaldo de pastores evangélicos que usan sus púlpitos con el fin de presionar a los feligreses para que voten por el presidente.

“Los discursos en las iglesias dicen que esta no es una elección sino una guerra espiritual”, dijo Vinicius do Valle, politólogo y líder del Observatorio de Evangélicos, una organización que estudia su impacto en la sociedad brasileña.

Los aliados de Da Silva han respondido con sus propios ataques al perfil moral de Bolsonaro, al tratar de vincularlo con la masonería y cuestionar sus valores sexuales al señalar un video en el que insinúa tener interés sexual por chicas adolescentes.

A Bolsonaro se le ha acusado de canibalismo debido a otro video, una entrevista de 2016 con The New York Times en la que habla de comer a una persona indígena.

Da Silva, que dijo que “nunca usó la religión” en su campaña, se reunió recientemente con los líderes evangélicos y calificó a Bolsonaro como un “mentiroso compulsivo”.

— Flávia Milhorance
Hay empresarios investigados por presionar a sus empleados para que voten por Bolsonaro
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Un mitin a favor de Luiz Inácio Lula da Silva en el estado de Bahía, donde un empresario está siendo investigado por autoridades laborales por intentar obligar a sus empleadas a votar por el presidente Jair Bolsonaro.Credit…Victor Moriyama para The New York Times
En medio de las elecciones más divisivas en la joven historia democrática brasileña, la organización de vigilancia laboral del país ha sido inundada con denuncias sobre “acoso electoral” de trabajadores contra sus patrones. Empresarios de todo el país supuestamente están ofreciendo bonos a los trabajadores que se comprometan a votar por el candidato de su preferencia e incluso están amenazando con recortes de presupuesto y despidos en caso de derrota.

Esta táctica ilegal de campaña se registró por primera vez en 2018, cuando los fiscales laborales identificaron 212 casos contra 98 empresas. Pero la práctica se generalizó en 2022, sobre todo después de la primera vuelta. Actualmente, las autoridades encargadas de supervisar asuntos laborales investigan 1850 denuncias contra 1440 empresas en los 27 estados de Brasil.

Muchos de esos casos tienen en común a empleadores que intentan desviar votos del candidato de la izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva, el expresidente que lideró la contienda en primera vuelta. El acoso se convirtió en un tema tan importante para la izquierda que los sindicatos formaron una fuerza de trabajo conjunta para recabar denuncias.

Se han hallado casos en varias industrias, incluido el sector agrícola, parte crucial de la economía del país.

En Bahía, estado al noreste del país y bastión histórico de los partidos y candidatos de izquierda, un empresario rural, en un audio de mensaje privado revisado por investigadores laborales, ordenó a sus empleadas grabar sus votos a favor de Bolsonaro e incluso esconder sus teléfonos en la ropa interior.

Si no, serían despedidas.

En un acuerdo de culpabilidad con los investigadores, el empresario admitió haber presionado a las trabajadoras para que apoyaran a un candidato en particular y dijo que jamás despediría a los empleados por motivos políticos. También aceptó pagar una multa.

“Creo que mucho se debe a la polarización política que ocurre en el país”, dijo José de Lima Ramos Pereira, el principal fiscal en materia laboral de Brasil, sobre el caso de la intimidación de empleados. “A los empleadores les parece que está bien hacer algo ilegal”.

En el estado sureño de Rio Grande do Sul, Stara, un fabricante de maquinaria agrícola anunció que si Da Silva ganaba reduciría su presupuesto para 2023 en 30 por ciento. El dueño de la empresa donó unos 186.000 dólares en reales para campañas de derecha, entre ellas la de Bolsonaro.

En São Miguel do Guamá, al norte de Brasil, donde Lula ganó casi el 64 por ciento del voto en primera vuelta, Mauricio Fernandes Jr., dueño de una fábrica de ladrillos, le ofreció a sus trabajadores un bono de unos 38 dólares si votaban por Bolsonaro.

En un acuerdo con investigadores de la Fiscalía del Trabajo del país, Fernandes acordó pagar una multa y grabó un video disculpándose con sus trabajadores.

“Cometí una gran estupidez”, dijo.

Además de las multas y la compensación económica, los empresarios que se les compruebe haber cometido coerción política con sus empleados podrían enfrentar cargos penales.

“Tenemos que erradicar este disparate”, dijo el jefe de las elecciones de Brasil, Alexandre de Moraes. “El acoso moral es un crimen. Como tal, debe combatirse”.

— André Spigariol
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Más allá de los ataques de Bolsonaro, así es el funcionamiento del sistema de votación en Brasil
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No ha habido evidencia de fraude en las máquinas de votación electrónica desde que Brasil comenzó a usarlas, en 1996.Credit…Victor Moriyama para The New York Times
Al emitir sus sufragios el domingo, los brasileños emplean el único sistema en el mundo que recaba y contabiliza votos de manera totalmente digital, sin respaldo en papel.

Muchos han aclamado la adopción total de Brasil de un sistema digital porque simplifica significativamente la logística de organizar una elección en un país que es casi del tamaño de Europa, y que tiene algunos de los lugares más remotos del planeta, y con una población de 217 millones de personas.

Pero, para otros, como el presidente Jair Bolsonaro, el diseño del sistema constituye una gran vulnerabilidad: sin respaldos, según argumenta el mandatario, nunca se puede estar seguro de que el voto de cada persona se cuente correctamente.

A pesar de sus afirmaciones, no ha habido pruebas de fraude en las máquinas de votación desde que comenzaron a utilizarse en Brasil en 1996, según expertos independientes, las autoridades electorales de Brasil y gobiernos extranjeros, incluido el de Estados Unidos.

Más bien, las máquinas han contribuido a eliminar el fraude electoral que antaño asolaba las elecciones brasileñas en la época de las boletas de papel.

Los expertos en seguridad informática que han analizado el sistema dicen que la falta de copias de seguridad en papel dificulta la auditoría de una elección. Pero también afirman que el sistema cuenta con numerosas capas de seguridad para evitar fraudes o errores.

Los funcionarios prueban cientos de máquinas el día de las elecciones para asegurarse de que registran los votos correctamente.

Cada local de votación da a conocer el recuento de votos ante el público, lo que garantiza que coincida con el recuento nacional.

Expertos externos inspeccionan parte del código fuente del software de las máquinas.

La mayoría de los votantes desbloquean las máquinas con su huella digital mientras que otros presentan una identificación con fotografía a los trabajadores electorales.

Además, las máquinas no están conectadas a internet, lo que reduce significativamente las posibilidades de un hackeo.

The New York Times revisó cientos de horas de entrevistas, discursos y transmisiones en vivo semanales de Bolsonaro, así como miles de sus publicaciones en las redes sociales, a fin de trazar un mapa de sus esfuerzos para criticar o cuestionar el sistema de votación a lo largo de ocho años.

La imagen resultante mostró a un líder electo, primero diputado y luego presidente, que ha construido un relato de elecciones fraudulentas basado en imprecisiones, informes fuera de contexto, pruebas circunstanciales, teorías de conspiración y mentiras descaradas, muy al estilo del expresidente estadounidense Donald Trump.

Sus pruebas se han centrado en aparentes anormalidades en el proceso de votación y en los resultados, a menudo presentadas sin atribuir la fuente, y ha formulado escenarios hipotéticos de fraude como si fueran mucho más probables de lo que en realidad son.

Sin embargo, sus denuncias han tenido un respaldo significativo en gran parte del país. Tres de cada cuatro simpatizantes de Bolsonaro ahora confían poco o nada en las máquinas de votación de Brasil, según las encuestas.

Marcos Simplicio, investigador de seguridad cibernética de la Universidad de São Paulo que también estudia los sistemas de votación de Brasil, dijo que combatir las afirmaciones de Bolsonaro ha sido difícil porque algunas se basan en hechos, aunque carecen de una comprensión completa del sistema y, por lo tanto, en gran medida exageran el riesgo o simplemente son erróneas.

“La mayor parte de lo que dice Bolsonaro son verdades a medias”, dijo Simplicio. “Pero la base técnica no es completamente falsa. Y, a veces, ese es el problema”.

Laís Martins colaboró con este reportaje.

— Jack Nicas
Junto con millones de brasileños, los candidatos acuden a las urnas
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Luiz Inácio Lula da Silva, quien quiere volver a la presidencia, votó el domingo en São Bernardo do Campo, São Paulo.Credit…Victor Moriyama para The New York Times
RÍO DE JANEIRO — Entre los primeros brasileños que votaron el domingo estaban los candidatos Jair Bolsonaro, actual presidente, y su contrincante de izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva.

Bolsonaro acudió a emitir su voto tan pronto como abrieron las puertas de su mesa de votación en una zona campestre en el poniente de Río de Janeiro donde viven muchos oficiales militares. Bolsonaro, quien fue capitán del Ejército, solía vivir en esa localidad y durante años ha votado ahí.

Vestía una camisa amarillo encendido con la leyenda “Brasil”, a tono con la vestimenta patriótica que se ha convertido en símbolo de su movimiento. Para mostrar apoyo al presidente, sus seguidores usan los colores verde y amarillo de la bandera brasileña así como las camisetas del equipo de fútbol nacional.

Debajo de su camiseta, Bolsonaro parecía llevar un chaleco protector, que en semanas recientes ha estado usando en los eventos de campaña. Semanas antes de la primera vuelta de votación en 2018, a Bolsonaro lo apuñalaron en el estómago en un mitin muy concurrido y desde entonces ha tenido problemas de salud relacionados con ese incidente.

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El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, llegando a un lugar de votación en el barrio de Vila Militar, en Río de Janeiro, el domingo.Credit…Maria Magdalena Arrellaga para The New York Times
“Nuestra expectativa es una victoria por el bien de Brasil”, le dijo a los periodistas en un breve comentario, rodeado de guardias de seguridad. “Solo tenemos buenas noticias, y saldremos victoriosos”.

Alrededor de una hora después, Da Silva, conocido universalmente con Lula, votó en una ciudad de clase obrera en São Paulo, donde surgió como líder sindical hace décadas, lo que lanzó su carrera política.

Con una camisa blanca de botones, posó para fotografías luego de votar, mostró una “L” con los dedos —un símbolo de su campaña— y besó la papeleta que los electores reciben luego de emitir su voto.

“Este país, desafortunadamente, ha ido en retroceso”, le dijo a los periodistas. “Y ahora tenemos que impulsarlo para adelante otra vez. Pero no solo para parte de la sociedad. Tenemos que hacerlo como un todo”.

— Leonardo Coelho and Jack Nicas
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Lula da Silva, el expresidente que estuvo en prisión y quiere volver a gobernar
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El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva asistió el sábado a un último mitin con seguidores.Credit…Victor Moriyama para The New York Times
En 2019, Luiz Inácio Lula da Silva pasaba 23 horas al día en una celda aislada, con una caminadora, de una penitenciaría federal.

El expresidente de Brasil fue sentenciado a 22 años de prisión por cargos de corrupción; una condena que parecía poner fin a la carrera histórica del hombre que alguna vez fue el león de la izquierda latinoamericana.

Ahora, libre de prisión, el exdirigente sindical vuelve a ser el centro de atención y trata de retomar el timón en la nación más grande de América Latina —con 217 millones de habitantes— con la misión de deshacer el legado del presidente Jair Bolsonaro.

Cuando dejó el cargo en 2011 después de dos mandatos, el índice de aprobación de Da Silva superaba el 80 por ciento. Pero luego se convirtió en la pieza central de una extensa investigación sobre sobornos gubernamentales que condujo a casi 300 arrestos, lo llevó a prisión y parecía relegarlo a la oscuridad.

Un regreso de Da Silva a la presidencia consolidaría su estatus como la figura más influyente en la democracia moderna de Brasil. Se trata de un extrabajador metalúrgico que estudió hasta el quinto grado, hijo de trabajadores agrícolas analfabetos, quien durante décadas ha sido una fuerza política y la figura que lideró un cambio transformador en la política brasileña, que pasó de los principios conservadores a los ideales de izquierda y los intereses de la clase trabajadora.

Como presidente de 2003 a 2010, la gestión de Da Silva ayudó a sacar a 20 millones de brasileños de la pobreza, revitalizó la industria petrolera del país y elevó a Brasil en el escenario mundial, llegando a organizar la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos de Verano.

Pero también permitió que un gran sistema de sobornos se generara en el gobierno y muchos de sus aliados del Partido de los Trabajadores fueron condenados por aceptar coimas. Da Silva fue condenado por aceptar un condominio y renovaciones de empresas constructoras que licitaron contratos gubernamentales. En 2021, el Supremo Tribunal dictaminó que el juez de sus casos no fue imparcial y anuló sus condenas, aunque el fallo no declara su inocencia.

Desde hace mucho tiempo, Da Silva ha afirmado que los cargos son falsos.

En general, la campaña de Da Silva giró en torno a la promesa que ha formulado durante décadas: mejorar la vida de los pobres de Brasil. La pandemia azotó la economía del país, con una inflación que alcanzó los dos dígitos y el número de personas que padecen hambre se duplicó a 33 millones. También se comprometió a ampliar la red de seguridad, aumentar el salario mínimo, reducir la inflación, alimentar y proveer vivienda a más personas y crear empleos a través de grandes proyectos de infraestructura.

“Fue el presidente antipobreza y ese es el legado que quiere conservar si gana”, dijo Celso Rocha de Barros, un sociólogo que escribió un libro sobre el Partido de los Trabajadores.

Sin embargo, como sucede con la mayoría de los políticos exitosos, los discursos de Da Silva suelen ser cortos en detalles y extensos en promesas. Con frecuencia forja su retórica en torno a un enfrentamiento entre “ellos”, las élites, y “nosotros”, el pueblo.

“Es el candidato del pueblo, de los pobres”, dijo Vivian Casentino, de 44 años, una cocinera vestida con el color rojo del Partido de los Trabajadores, en un mitin celebrado el mes pasado en Río de Janeiro. “Él es como nosotros. Es un luchador”.

— Jack Nicas and Flávia Milhorance
El ganador será clave para definir el destino de la selva amazónica
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Una zona quemada en la selva amazónica en el estado de Pará en Brasil, en 2020.Credit…Victor Moriyama para The New York Times
La selva amazónica en Brasil ha experimentado un fuerte aumento en los niveles de deforestación y minería ilegal, violencia contra los activistas ambientales y pueblos indígenas y una flexibilización en la aplicación de las regulaciones ambientales durante la gestión del presidente Jair Bolsonaro.

Ahora, cuando los brasileños se disponen a votar en la segunda vuelta presidencial del domingo, el futuro de la selva tropical se ha convertido en un tema urgente.

“Todos los candidatos, les guste o no, están teniendo que expresar sus puntos de vista sobre la Amazonía”, dijo Natalie Unterstell, directora del instituto de investigación en políticas del clima Talanoa, en Brasil. “La Amazonía pone a Brasil en la geopolítica mundial. Es donde hacemos una diferencia”.

La destrucción de la Amazonía, la mayor selva tropical del mundo y con un 60 por ciento de su área en Brasil, es una amenaza para el clima de la Tierra, ya que ayuda a mantener fuera de la atmósfera decenas de miles de millones de toneladas de dióxido de carbono.

Desde que asumió el poder en 2019, Bolsonaro ha impulsado las industrias que favorecen la destrucción de la selva, relajó las regulaciones para ampliar la tala y la minería en la Amazonía y redujo las protecciones ambientales. También recortó fondos federales y personal, lo que debilitó a las agencias que hacen cumplir las leyes ambientales e indígenas.

Sin embargo, al dirigirse a los líderes mundiales en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Bolsonaro dijo que más de 80 por ciento de la Amazonía está intacta y que sigue siendo hogar de más de 20 millones de personas indígenas. También le dijo a la asamblea que Brasil era “referente para el mundo” en la protección de la biósfera.

Por su parte, Luíz Inácio Lula da Silva prometió que detendría la deforestación y la minería ilegal si lo eligen presidente, así como una discusión abierta sobre un modelo económico diferente para el bosque tropical.

“Quiero cuidar la Amazonía, no para convertirla en un santuario de la humanidad, sino para explorar su biodiversidad a través de la investigación y la asociación con otros países”, dijo recientemente Da Silva en una entrevista radial.

Más allá de quién sea elegido presidente, las disputas sobre el futuro de la selva seguirán presionando a Brasilia, la capital. El 2 de octubre, los brasileños eligieron a varios miembros del Congreso que pueden extender más las fronteras de la agroindustria y la minería hacia la selva tropical.

Ricardo Salles, el exministro de Medioambiente de Bolsonaro que renunció luego de que lo acusaran de estar involucrado en la tala ilegal, fue elegido para el Congreso, aunque todavía enfrenta cargos relacionados con el caso.

Una de las principales impulsoras de una mayor protección de la Amazonía, Joênia Wapichana, la única representante indígena en la capital de Brasil, no fue reelegida. Sin embargo, dos nuevas representantes indígenas, Sônia Guajajara y Célia Xakriabá, ganaron escaños.

“La misma mano que sostiene la motosierra en el bosque es la mano que permite que el Congreso mate nuestros derechos”, dijo Xakriabá en una entrevista. “Más de 250 proyectos de ley revirtieron la protección del medioambiente y la tierra, y lucharemos contra ellos”.

Unterstell dijo que había mucho que hacer para que Brasil se aleje de los combustibles fósiles y atienda el asunto de la justicia climática de tal forma que ayude a aquellos, como los pueblos indígenas, que viven amenazados por el empeoramiento de las condiciones ambientales.

“El próximo gobierno va a definir el destino de la selva”, dijo.

— Flávia Milhorance
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Así fue como el canibalismo se convirtió en uno de los temas centrales en la campaña electoral de Brasil
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Jair Bolsonaro, entonces congresista, y su hijo Flávio, quien grabó la entrevista de 2016 en la que Bolsonaro dijo que se “comería un indio”Credit…Mauricio Lima para The New York Times
La última vez que un partido brasileño de izquierda estuvo en el poder, en 2016, un congresista de la derecha se estaba haciendo de fama: Jair Bolsonaro.

Resaltaba entre los aspirantes a la presidencia porque su popularidad alcanzaba un solo dígito, y era conocido por sus declaraciones en las que exaltaba a los torturadores. Los expertos se burlaron de la idea de que algún día podría ganar. Sin embargo, yo estaba analizando cómo Brasil se desplazaba consistentemente hacia la derecha y me dispuse a entrevistarlo.

Ahora, un fragmento de esa conversación que duró 76 minutos y fue grabada en video —en donde Bolsonaro dice que probaría la carne de una persona indígena en la selva amazónica— resurgió como un tema explosivo en medio de la campaña para las elecciones presidenciales.

“Quería ver cómo cocinaban al indio”, dijo Bolsonaro, describiendo un supuesto ritual de canibalismo en una región remota de la Amazonía. “Me comería un indio, sin ningún problema”.

Los partidarios de Luiz Inácio Lula da Silva, un expresidente de izquierda y oponente de Bolsonaro, aprovecharon el comentario y lo compararon con caníbales reales (como Jeffrey Dahmer) y ficticios (como Hannibal Lecter).

Proliferaron los memes sobre el apetito de Bolsonaro por la carne humana. Las menciones de Bolso-Lecter, BolsoDahmer y, sí, Canibalsonaro, inundaron las redes sociales.

Que el canibalismo se haya convertido en un tema de conversación tan importante refleja el estado de los ataques en la campaña política que en los últimos días estuvo salpicada de acusaciones de masonería, culto al diablo y pedofilia. Da Silva, por su parte, ha tenido que refutar públicamente las afirmaciones de que hizo un pacto con Satanás.

En el momento de la extensa entrevista con Bolsonaro, era difícil saber si su comentario sobre el canibalismo era una especie de cuento o si estaba tratando de provocar una reacción. Hizo el comentario espontáneamente. El pueblo yanomami, que vive en la región de la Amazonía a la que se refiere Bolsonaro, dice que no tiene tradición de canibalismo.

Ahora que Bolsonaro ha sido presidente desde 2019, sus comentarios se consideran un reflejo de su carácter y sus políticas. Más allá de abordar un tabú, el actual mandatario ha presionado para abrir las tierras indígenas a la minería, recortó las protecciones ambientales e impulsó un aumento en la deforestación de la Amazonía, la selva tropical más grande del mundo.

A medida que la elección presidencial se volvió más reñida, la campaña de Bolsonaro trató de impedir que el partido de Da Silva lo asocie con el canibalismo. Los abogados del presidente de Brasil argumentaron que Bolsonaro estaba mostrando “deferencia” con la cultura indígena cuando dijo que se comería a una persona indígena.

Al ponerse del lado de Bolsonaro, el tribunal electoral de Brasil ordenó la eliminación de los anuncios políticos que vinculan al presidente con el canibalismo.

El tribunal también le otorgó varias oportunidades durante el tiempo de transmisión televisivo reservado para hacer campaña antes de la segunda vuelta para que se defendiera de las acusaciones . A pesar de las críticas de los líderes indígenas, que dijeron que los comentarios eran ofensivos, la campaña de Bolsonaro arguyó en su transmisión que eran sus oponentes quienes faltaban al respeto a las tradiciones indígenas.

En una entrevista televisiva reciente, Bolsonaro también dijo que lo etiquetan injustamente como caníbal debido a “un video de hace 30 años”.

Ha sido difícil imaginar que todo esto sucedió hace seis años cuando conocí a Bolsonaro y a su hijo, Flávio, quien filmó la entrevista que apareció poco después en las páginas de redes sociales de Bolsonaro.

Y allí estuvo durante mucho tiempo, y fue pasada por alto, hasta este mes.

— Simon Romero
Las encuestas fallaron en la primera vuelta. Ahora la derecha busca penalizarlas
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Funcionarios electorales y trabajadores municipales transportaban máquinas de votación electrónica para instalarlas en Río de Janeiro el sábadoCredit…Maria Magdalena Arrellaga para The New York Times
En la primera vuelta de las elecciones de Brasil este mes, las encuestas subestimaron significativamente el apoyo con el que cuenta el presidente en funciones, Jair Bolsonaro, un líder de extrema derecha, y otros candidatos conservadores de todo el país.

Muchos integrantes de la derecha se pusieron furiosos y criticaron las encuestas por estar desconectadas del electorado brasileño.

Ahora, a instancias de Bolsonaro, algunos líderes políticos brasileños buscan tipificar como delito las predicciones incorrectas de una elección.

La Cámara de Diputados de Brasil ha acelerado un proyecto de ley que penalizaría la publicación de una encuesta que luego se compruebe que estuvo fuera de su margen de error. Se prevé que la Cámara Baja, controlada por los aliados de Bolsonaro, vote para aprobar la medida en los próximos días.

El contenido y destino finales de la propuesta de ley aún no están claros. Los líderes legislativos han insinuado que podrían cambiar algunos aspectos de la legislación, y las posibilidades de que se apruebe en el Senado, donde los oponentes a Bolsonaro son mayoría, parecen mucho menos certeras.

Sin embargo, independientemente del futuro de esa propuesta, tanto ese proyecto como otras iniciativas para investigar a las encuestadoras por sus recientes errores de cálculo forman parte de una narrativa más amplia promovida por Bolsonaro y sus aliados, sin aportar evidencias, según la cual la clase política y la izquierda de Brasil tratan de amañar las elecciones en su contra.

Por su parte, Bolsonaro optó por tildar a las empresas encuestadoras de “mentirosas” y afirmar que sus errores le dieron hasta tres millones de votos a Luiz Inácio Lula da Silva en la primera ronda electoral, y ha abogado para que las firmas enfrenten consecuencias. “No es por haberse equivocado, ¿OK? Una cosa es cometer un error”, puntualizó. “Es por los delitos que cometieron”.

Bolsonaro no ha aclarado qué delitos considera que se cometieron.

La Asociación Brasileña de Empresas Encuestadoras declaró en un comunicado que estaba “indignada” por los intentos de criminalizar las encuestas que arrojan pronósticos equivocados.

“Iniciar este tipo de investigación durante el periodo de campaña para la segunda vuelta electoral, cuando las encuestadoras están realizando su trabajo, demuestra otro intento flagrante de obstruir la investigación científica”, aseveró el grupo.

Las firmas encuestadoras agregaron que su trabajo no era predecir elecciones, sino brindar un panorama general de las intenciones de los electores en el momento en que se realiza una encuesta.

— André Spigariol and Jack Nicas
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¿Es posible que se produzca un golpe de Estado después de la segunda vuelta?
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Partidarios de Jair Bolsonaro en una caravana con la primera dama Michelle Bolsonaro en apoyo de su esposo en Brasilia el sábado.Credit…Dado Galdieri para The New York Times
Una pregunta sencilla pero alarmante ha dominado en las elecciones de Brasil: ¿el presidente Jair Bolsonaro aceptará los resultados?

Desde hace meses, Bolsonaro ha lanzado ataques en contra de las máquinas para el voto electrónico de Brasil con el argumento de que son fraudulentas, a pesar de no haber pruebas creíbles de eso. Ha sugerido que disputará cualquier derrota con signos de fraude. También incluyó al ejército brasileño en su disputa y le dijo a decenas de millones de seguidores que se preparen para la pelea.

“De ser necesario, iremos a la guerra”, dijo en un discurso reciente.

Una de las democracias más grandes del mundo se está preparando para la posibilidad de que su presidente se niegue a dejar el poder debido a acusaciones de fraude, que podrían ser difíciles de desmentir.

Sin embargo, según entrevistas con decenas de funcionarios del gobierno de Bolsonaro, generales del ejército, jueces federales, autoridades electorales, miembros del Congreso y diplomáticos extranjeros, la gente en el poder se siente segura de que, aunque Bolsonaro pueda impugnar los resultados de las elecciones en la segunda vuelta, carece del apoyo institucional para lograr dar un golpe de Estado.

En cambio, a los funcionarios les preocupa el daño perdurable a las instituciones democráticas y la violencia en las calles. Las encuestas muestran que tres cuartas partes de los seguidores de Bolsonaro confían “poco” o nada en el sistema electoral.

“Va a haber una guerra civil”, dijo Kátia de Lima, dependienta de tienda de 47 años, en un mitin a favor de Bolsonaro este mes. “Y las fuerzas armadas van a estar de nuestro lado”.

Previo a las votaciones del domingo, Bolsonaro siguió cuestionando la seguridad de las máquinas de votación al decir “es una pregunta que ha estado creciendo constantemente, con más y más gente que duda”.

Él y sus aliados también han empezado a alegar “fraude” en otros aspectos, al acusar al jefe de las elecciones de censurar injustamente los puntos de vista conservadores en internet y denunciar que su oponente, Luiz Inácio Lula da Silva, recibió mucho más tiempo al aire en las estaciones de radio, al que violaría las reglas electorales.

“Esto es muy serio, es fraude. Interfiere con los resultados de las elecciones”, le dijo a la prensa el miércoles. “Otra vez soy una víctima”.

Pero el viernes, en una entrevista después del último debate, Bolsonaro cambió de tenor. Se le preguntó directamente si aceptaría los resultados de la votación, sin importar el resultado.

“No hay duda”, dijo. “Quien sea que consiga más votos, se la lleva. Eso es democracia”.

En el pasado ha hecho comentarios similares y luego vuelto a alegar fraude.

— Jack Nicas and André Spigariol
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Información de The New York Times Company

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