El presidente desayuna con el empresario, al que califica de “amigo”, y lo alaba por sus aportaciones “al desarrollo del país”
El proyecto de Andrés Manuel López Obrador tiene un repertorio habitual de temas políticos, de la lucha contra la corrupción a la desigualdad, la ruptura con el pasado, las infraestructuras o la transformación del país, que marcan públicamente su discurso y batallas cotidianas. Hay un terreno, sin embargo, en el que el presidente es más prudente y que se caracteriza por la discreción de la interlocución. La relación con el gran capital mexicano nunca se ha interrumpido pese a las críticas del mandatario a la iniciativa privada. El gobernante se reúne periódicamente con los principales empresarios en busca de apoyo y para exhibir sintonía. Este lunes lo ha hecho con Carlos Slim, de quien ha destacado una reciente contribución millonaria al erario público.
Al final de su conferencia de prensa matutina, López Obrador se ha despedido con un “voy a desayunar con Carlos Slim”. Minutos después ha recibido al magnate, símbolo del poder económico de México, en el Palacio Nacional. Y al finalizar ha difundido una fotografía en sus redes sociales en la que ha calificado a Slim de “amigo y buen empresario”. “Contribuye al desarrollo del país”, ha comentado antes de mencionar una de sus últimas operaciones: “Por ejemplo, América Móvil vendió una filial en Estados Unidos y pagaron en México, el 16 de diciembre, 28.000 millones de pesos (unos 1.350 millones de dólares) a la Hacienda pública”.
La compañía telefónica culminó a finales de noviembre la venta a Verizon del 100% de su participación en Tracfone Wireless, el principal operador virtual de servicios de prepago de Estados Unidos. Por esa transacción recibió 3.625 millones de dólares. El pasado lunes López Obrador mencionó esta operación y el ingreso a Hacienda correspondiente como un ejemplo. “Me informó la directora del SAT”, dijo sin adelantar más detalles: “Poco a poco, poco a poco”. El presidente lamentó que el conjunto de los trabajadores “aportan más en Impuesto sobre la Renta que las empresas”. “Es una gran injusticia que todos estemos contribuyendo y que había como una casta divina, un grupo privilegiado que por influencias no pagaban impuestos”, afirmó.
El mandatario se ha reunido en varias ocasiones con Slim. El pasado mes de septiembre sobrevolaron juntos en helicóptero un tramo de las obras del Tren Maya, uno de los grandes proyectos de infraestructura del Gobierno, en el que participa el Grupo Carso, propiedad del empresario. Anteriormente, en sus reuniones abordaron la reconstrucción de la Línea 12 del metro de Ciudad de México. A pesar de sus fricciones con los inversores y de algunas decisiones que sembraron inquietud en los mercados, por ejemplo la reforma eléctrica, el mandatario se ha empleado en mantener una relación fluida con las organizaciones patronales.
Después de las elecciones de junio se reunió con los integrantes del Consejo Mexicano de Negocios -entre ellos, Emilio Azcárraga, presidente de Televisa y Laura Díaz Barroso, a la cabeza de Santander México, o Daniel Servitje, primer ejecutivo del Grupo Bimbo-, ante los que recordó que “no se puede desarrollar el país solo con la inversión pública, se requiere de la inversión privada”. Hace dos semanas volvió a ver los principales empresarios del país. Al término de la cita el mandatario resalto una clima de “cordialidad y cooperación”. Y después manifestó ante la prensa que “los empresarios están ayudando mucho”. “Están ayudando y hay algunos que se arrepienten y me están hasta ofreciendo disculpas, nada más que por dignidad no puedo decirlo. Pero eso habla muy bien de ellos, muy bien”, enfatizó. Luego matizó que esas disculpas no son de carácter personal, sino en virtud de jefe de Gobierno, “por abusos que se cometieron y quieren ayudar, es decir, quieren tener otra vez participación con el compromiso de actuar con rectitud y con integridad”.
Una de las claves económicas del año que termina, sin embargo, tiene que ver con una tendencia hacia la desinversión, sobre todo de capital extranjero. La caída alcanza el 14% y es la más significativa en dos décadas, aunque las causas no guardan relación exclusivamente con el proyecto de López Obrador sino con los equilibrios internacionales y la competencia de los bonos de China. Y, a pesar de las manifestaciones del presidente, los grandes empresarios han optado en su mayoría por el silencio, es decir por no confrontar las políticas del Gobierno ni pronunciarse sobre ellas.