Pareciera un tema cerrado dentro del PRI, proceso de registro que se llevó a cabo hace una semana, pero precisamente en los días posteriores, según las versiones, se ha ido acrecentando la molestia de las féminas que se sienten hasta humilladas por su partido. Y como dijera la poeta Marianne Moore: “El sentimiento más profundo se revela siempre en el silencio”.
Fue Pinete quien logró colarse y al parecer aceptada para hacerle el caldo gordo al hombre que encabeza la fórmula y que seguramente lo hará en el PRI ya con alianza en busca del Senado, dándole una etiqueta clara de misoginia, y hay quienes afirman hasta de violencia política que, por cierto, ya hay antecedente de denuncia al respecto en el país.
Pues bien como se sabe en su momento, y algunas con mucha antelación, alzaron la mano Anilú Ingram, Sonia Sánchez, Elizabeth Morales, Carolina Gudiño y la propia María del Carmen Pinete. Y ha trascendido que la jugarreta que desde el interior le hicieron a las féminas las ha dejado más que dolidas.
Así pues, la especie de rebelión de las cacerolas, emulando la memorable marcha de mujeres en Argentina en el 2001 está latente, puesto que simplemente han sido borradas de un plumazo de las aspiraciones que todas tenían y sin decir agua va.
Con la nueva dirigencia de Américo se empieza a vivir el peor acto de misoginia en el PRI. No acaso considerar a las mujeres con sus legítimas aspiraciones al Senado sino si quiera conminarlas a sumarse en conjunto codo a codo y repartir algunas otras tareas para fortalecer a su partido.
Y es que fue burda la elección del líder del SNTE Juan Manuel Callejas que lo único que puede aportar a estas alturas es el voto de su familia, pues los maestros están fragmentados, ya no existe para el PRI aunque se niegue, el voto uniforme de los maestros o los ferrocarrileros o los petroleros o los electricistas. Su esquema es ya conocido, el de simular ir juntos pero a la hora de votar es otra cosa.
Entonces lo de Callejas fue una tomada de pelo para pedir y seguir alentando a las mujeres que se inscribieran, que le hicieran el caldo gordo al representante de la decisión machista del PRI estatal para ungirse como el elegido, bajo el repetitivo y simulado pretexto de la negativa de los otros partidos PVEM y PANAL a concretar la alianza si no iba un hombre a la cabeza, hecho del que fueron cómplices.
O sea que el PRI acusó a PVEM y PANAL de machistas y por eso sus cinco mujeres tenían que bajarse del caballo. Finalmente Pinete se sumó y fue inscrita para “taparle el ojo al macho” literal, pero sin convencer realmente el doble juego que jugaban los responsables de elegir al candidato al Senado.
Y es que no se entiende que hasta el viernes, un día antes de los registros el sábado 27 de enero, aún se negociaba con Juan Manuel Díaz Diez para que aceptara la candidatura. Un enviado del altiplano, desde donde se cocinan las candidaturas federales, arribó a Orizaba y tras varias horas de charla el ex alcalde prefirió no ir en la candidatura. El sábado por la mañana el día del registro, ya se daba paso al Plan B, un plan oculto, hechizo de última hora, el de Juan Nicolás para, según esto, amarrar las alianzas. Que en realidad siempre fue el Plan A.
Tema que se ha querido mantener fuera de foco pues inicialmente se había dicho que irían independiente cada uno de los tres partidos pero que finalmente se concretará en los próximos días y que ha puesto a las mujeres de puntitas en la calle del quehacer priista pero también con una seria y enconada irritación hacia el tricolor, aunque públicamente sigan comprometidas a trabajar por su candidato a gobernador pero dentro de sus estructuras el sentir es otro, un sentir muy distante a lo que se quiere proyectar.