Córdoba, Ver.- El DIF de Córdoba, a través del Centro de Tecnología Adaptada y la Sala Multisensorial, atiende a 20 niñas y niños de 4 a 14 años de edad, con trastorno del espectro autista (TEA), a fin de facilitar su proceso de inclusión social con base en las necesidades del menor, para que tenga una mejor calidad de vida.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos del espectro autista son un grupo de afecciones caracterizadas por algún grado de alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje; y por un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo.
Gabriela León Mayoral, coordinadora del Centro de Tecnología Adaptada –CTA-, refirió que a partir de los 2 años de edad de vida del menor, los padres y/o cuidadores pueden detectar comportamientos que indiquen la posible presencia de este trastorno.
“Debemos estar alertas cuando por ejemplo el niño cambia sus hábitos de socialización, con la familia misma y sobre todo con personas extrañas; el lenguaje puede ser nulo o muy mínimo en algunos casos; cuando intentas una conversación no lo permite, ni hace contacto visual; no entienden bromas o sarcasmos; no permiten el contacto físico, por ejemplo, ni los abrazos de su mamá”, señaló la especialista, como características de los niños con autismo.
Asimismo, se puede presentar la ecolalia, es decir, la repetición de palabras o frases que acaba de escuchar o el mismo niño acaba de pronunciar.
La OMS refiere que uno de cada 160 niños tiene un trastorno del espectro autista (TEA), el cual comienza en la infancia y tienden a persistir hasta la adolescencia y la edad adulta; aunque algunas personas con TEA pueden vivir de manera independiente y tener una vida productiva, hay otras con discapacidades graves que necesitan constante atención y apoyo durante toda su vida.
TEA es un término genérico que abarca cuadros tales como el autismo infantil, el autismo atípico y el Síndrome de Asperger; el nivel intelectual varía mucho de un caso a otro, y va desde un deterioro profundo hasta casos con aptitudes cognitivas altas. Los afectados por TEA presentan a menudo afecciones como epilepsia, depresión, ansiedad y trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
En caso de haber sospecha entre los padres, el DIF de Córdoba apoya con canalizaciones para un obtener un diagnóstico con un neuropediatra; en caso de comprobarse que el menor es autista, éste puede acudir al DIF una vez por semana a terapias que lo ayuden a mejorar su interacción con el entorno.
“Entre más temprana sea la detección, mejores resultados vamos a tener en cuanto a mejorar su calidad de vida del menor”, ya que se trata de un trastorno que lo acompañará durante toda su vida.